La cada vez más grave crisis climática, que ha sido alimentada por el uso intensivo de los combustibles fósiles en los últimos siglos, exige una acción global conjunta de todos los países, incluidos aquellos gobernados por regímenes autoritarios. Pero ¿acaso es necesario que la conferencia se lleve a cabo en un país donde se criminaliza la disidencia, las protestas están prohibidas y no se respeta ni la libertad de prensa ni el derecho a la libre expresión?