¿Cuántos huracanes como Helene y Milton, cuántas muertes evitables vinculadas a la crisis climática y cuántos miles de millones de dólares malgastados —no solo aquí, sino en todo el mundo— serán necesarios para que Estados Unidos, el mayor emisor histórico de gases de efecto invernadero, esté a la altura de las circunstancias y se comprometa verdaderamente a abordar esta devastadora emergencia climática?