A medida que se acerca el verano y los ánimos se caldean, y con la democracia estadounidense cada vez más amenazada, dos verdades esenciales deben permanecer en el centro de la escena: la población tiene derecho a manifestarse, garantizado por la Primera Enmienda de la Constitución, y los soldados estadounidenses tienen la obligación de desobedecer órdenes ilegales.